sábado, 26 de enero de 2019

LAS MENTIRAS DE ADOLFO SUÁREZ JUNIOR


¡Qué error, qué inmenso error!


Nada mejor que unas palabras de Franco para titular la crónica sobre el advenimiento del primer Gobierno de Franco en la Monarquía; el primer Gobierno franquista del postfranquísmo. Tal expresión no implica la menor connotación peyorativa, impropia en el cronista; es una simple y descarnada descripción. El error consiste, primeramente, en haber designado a un nuevo Gobierno de Franco cuando toda la opinión política interior y exterior -ojo, digo opinión política, no simplemente clase política- esperaba, después de la cordial defenestración de don Carlos Arias, la inauguración del primer Gobierno del nuevo régimen. Y en lugar de eso nos hemos topado con un error, un inmenso error

Esto es un Gobierno de Franco, primero, por lo inesperado y desvinculado de la opinión política; segundo, por la conjunción de las fuerzas sociales que articulaban el franquismo; tercero, porque aparenta una fachada diferente del contenido y las raíces; cuarto, porque deja al margen a las fuerzas siempre marginadas; la oposición, las regiones, la media nación femenina.

Leer el artículo completo:

LA DESMITIFICACIÓN DE SUÁREZ




Adolfo Suárez Illana da la espalda a la portavoz de Bildu durante su intervención en la sesión de investidura



El secretario cuarto de la Mesa del Congreso, Adolfo Suárez Illana, ha dado la espalda este domingo a la portavoz de Bildu en la Cámara Baja, Mertxe Aizpurua, durante su ntervención en la sesión de investidura que se celebra en el Congreso.



El PP ha difundido la foto del dirigente 'popular' sentado de espaldas a la diputada de Bildu mientras intervenía desde la tribuna de oradores del Congreso, cuyo discurso han criticado duramente los parlamentarios 'populares'.



Así, el diputado Agustín Almodóbar, ha calificado de "vergonzosa e infame" la intervención de Aizpurua y ha saludado la actitud de Suárez Illana. "Gracias compañero, me representas", ha afirmado en su cuenta de Twitter. "SÁNCHEZ VA A SER UN EMPLEADO DE BILDU"






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LAS MENTIRAS DE ADOLFO SUÁREZ ILLANA

Por Pedro Taracena Gil
Periodista




Adolfo Suárez González, Duque de Suárez y grande de España, fue un político y abogado español, presidente del Gobierno de España entre 1976 y 1981



Juan Carlos I y Adolfo Suárez

Miente Adolfo Suárez Illana, como mintió su padre en connivencia con el Rey de España. La Transición está construida sobre la mentira apuntalada de embustes. La Constitución Española fue una imposición de la España Franquista a los demócratas que tenían prisa por atrapar parcelas de poder. La monarquía la legalizó, que no legitimó, un referéndum fraudulento urdido por Adolfo Suárez González y el mismísimo Juan Carlos I. En ninguna parte del mundo civilizado se somete a referéndum dos cuestiones de diferente, por no decir que de contraria naturaleza. Como es la democratización del Gobierno y la forma de Estado. Quizás el señor Suárez Illana, era muy pequeño y no recuerda que el nuevo Estado de Derecho de 1978 se construyó sobre la impunidad de una dictadura. Más aún, la impunidad de un Genocidio. El Genocidio Español de 1936 a 1975.

¿Quienes renunciaron a ganar para que ganáramos todos?


Adolfo Suárez Illana

Con mucho gusto deseo sacar de la aparente ignorancia al señor Suárez Illana. La ilegitimidad de la monarquía española se origina en 1936, cuando la Oligarquía, el Ejército, la Iglesia, la financiación de Juan March y los caciques, deciden dar un golpe de Estado contra la República. Con el objetivo de instaurar de nuevo a los Borbones en el Trono de España. Una vez que el Caudillo de España que lo fue por la Gracia de Dios, falleció el 20 de noviembre de 1975, las Cortes Franquistas procedieron a la coronación de S. M. el Rey Don Juan Carlos I. Si Suárez no hubiera engañado al pueblo con la patraña de aquellos comicios fraudulentos de la Reforma Política, y la consulta hubiera sido Monarquía o República, el Genocidio no hubiera quedado impune y no hablaríamos ahora de vencedores y vencidos. Y de las dos Españas.


Illana con el heredero de la saga: Franco, Fraga, Aznar, Rajoy y Casado...


Es una vergüenza que el aeropuerto de Madrid se llame Adolfo Suárez, en honor de quien pilotó la gran farsa de la Transición. Más vergüenza todavía es que el señor Suárez Illana, se deje utilizar por el franquismo del Partido Popular, que le ha montado en su Babieca particular, cual Cid Campeador…

EL GRAN POEMA ÉPICO DE LAS MENTIRAS DE ADOLFO SUÁREZ ILLANA

 “Por fin en España tenemos una Constitución,
 que no es la imposición de media España a la otra media.
Cuando todos renunciamos a ganar,
 fue cuando acabamos ganado todos”.





jueves, 24 de enero de 2019

EL MITO DE CAÍN Y ABEL


José Saramago (1922-2010)

 “Dios no es de fiar. ¿Qué diablos de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín?". 

Libro de CAÍN año 2009.

Es mi deseo rendir mi pequeño homenaje al humanista José Saramago
El mito de Caín y Abel
(Mithos, Leyenda)
Escrito en 2007

Por Pedro Taracena

Eros provoca las relaciones amorosas entre los seres humanos. Engendra sus pasiones, sin distinción si los amores son incestuosos o no. Los mitos de Electra y Edipo, son ejemplos de ello. Sin embrago el fruto engendrado, deseado o inconsciente, consecuencia de la cópula, hombre mujer, perpetúa la especie. Mimetismo animal guiado por el instinto más que por la razón.

Adán y Eva, siguiendo el mandato divino: “creced y multiplicaos”, llevan a cabo un acto de amor, que si en vez de haber sido creados en Mesopotamia, entre los márgenes de los ríos Tigres y Eúfrates, hubieran estado bajo la influencia del mundo heleno, Eros les hubiera inducido al mismo sino. A través del mismo encuentro carnal y sexual. Al nacer Caín y más tarde Abel, producto del amor perfecto, marcado por Eros, Natura o Yavé, la relación con la deidad que no con sus progenitores, es quien les marca el nuevo camino. Donde las pasiones, las frustraciones y las diferencias, les llevan a lugares cada vez más lejos del seno donde fueron engendrados, cuyo lecho les vio nacer. El mito de Caín y Abel, aunque no es de origen pagano, su componente religioso no le excluye de ser un mito de marcado carácter moral. Es la consecuencia del enfrenamiento entre iguales, donde, el amor-cáritas, aparentemente impuesto por la consanguinidad, se rompe en pedazos. La leyenda de Caín y Abel nos muestra que el nacer hermanos no es garantía de vivir en fraternidad. Como vínculo natural y perfecto, Caín crece junto a su hermano menor, Abel. Tiene los derechos de primogenitura de origen considerado natural. Es mayor, puede ser maestro y protector de su hermano. Sin embargo y a pesar de que Caín era labrador y Abel pastor, no fueron capaces de complementar sus faenas y mucho menos aunar sus esfuerzos en una tarea solidaria. En el mito de Caín y Abel, sus padres apenas intervienen en sus vidas. Cuando han conseguido superar su nivel nutricio, son hombres independientes y comienzan a vivir como adultos. Y en un momento dado, la leyenda contenida en el Génesis nos dice que Caín ofrece los frutos de sus tierras y Abel los productos primogénitos de su ganado. Pero, no obstante, el autor del relato no nos aclara porqué: “Agradose Yevé de Abel y de su ofrenda, pero no de Caín y la suya”. A lo largo de la historia de los dos hermanos, podemos contemplar cómo sus conductas están marcadas por pasiones y presagios, llevando a los personajes a vivir un destino de máximo dramatismo. El ser hermanos no les hace inmunes a la perversión. El amor fraternal no es consustancial con la consanguinidad. Igual que Eros no evita el incesto, tampoco el haber nacido del mismo vientre propicia virtudes fraternales.


El mito de Adán y Eva es el resultado de la rivalidad entre el dios Eros y el dios Yahvé. Eros arropa su desnudez al hombre y a la mujer y ambos descubren su pasión amorosa; cumpliendo así el mandato bíblico de la procreación. Para Eros es un fin, para Yahvé es un medio. Este ayuntamiento es el comienzo de la vida. Les hizo partícipe del devenir de los tiempos. Según el autor sagrado provocaron ser como dioses, pero quedaron en humanos híbridos de deidad. Semidioses, según la mitología griega. Abandonaron la perfección en las puertas del Edén y se sometieron a todas las pasiones e imperfecciones humanas. Además, en este universo de sentimientos, Eros miraba hacia otro lado. Es evidente que el mito de Adán y Eva engendró el mito de Caín y Abel. El amor Eros sin contaminación del mito primero, dio paso al amor fraterno Cáritas del segundo. Y la fraternidad no la garantiza la sangre compartida, sino los sentimientos del género humano. 

¿Cuál fue la perversión de Caín? Es posible que su crimen fuera compartido con su hermano, ya que el mismo Dios presagió sus destinos, donde debía de haber uno malo y otro bueno. El mito de Caín y Abel es una historia de desamor. El desencuentro de dos seres humanos. Uno débil y otro más fuerte. La ausencia de sus padres interviniendo en sus vidas, les priva de un modelo a seguir. Una deidad como Jehová no es el mejor consejero de los humanos. El rol de Yavé en este relato tiene mucho de provocador. Fue el mismo Dios quien desequilibró sus sentimientos. No hay duda de que llegar a la conclusión que en este mito, radicalmente, hay uno que es el bueno absoluto, otro que es poseedor del mal indiscutible y un juez con todas las garantías de la justicia divina, es una conclusión un tanto simplista. Antes de llegar al odio hasta la muerte, hay que recorrer otros caminos: Incomunicación, rivalidad, niveles de generosidad y entrega y oportunidades de errar. Las historias de amor tienen los mismos procesos que aquellas de desamor, sólo cambian el signo de cada secuencia. El mito de Caín y Abel es la constatación de que el llamado amor fraterno, consecuencia de la consanguinidad, no conduce al amor como hecho natural. Del mismo modo que el Amor Eros es efímero porque su fin es la carne, el Amor Fraterno se convierte a través de la envidia en odio y muerte; surgiendo la víctima y el verdugo. El amor que surge de la misma sangre, está sometido a todas las pasiones e imperfecciones humanas. Además en este conjunto de sentimientos, Eros conducido por el sexo sin contaminación y el amor fraternal guiado por la sangre común, no aseguran la permanencia del amor. Sólo los sentimientos humanos garantizan el amor sin fines. Sin instintos primitivos, tribales, procedentes de la carne y la sangre.

El relato de Caín y Abel, como cualquier leyenda, parábola o narración, bien religiosa o mitológica, encierra una lección moral, un paradigma con vocación de enseñar y de perpetuarse a través de los tiempos. Además siendo una historia milenaria, corresponde a los doctos y no a los legos, hacer una interpretación científica, pero este relato breve, más breve que el original del Génesis, pero denso en su contenido, viene a remarcar que, este mito y otros como el de Abrahán y el sacrificio de su hijo Isaac, no han sido bien explicados, sobre todo a los niños. Se estaría pagando un alto precio, si para evitar la envidia entre los seres humanos, tuviéramos que contar un relato tan criminal. En el mito de Caín y Abel, según la tradición más popular, fue la envidia la consecuencia que desencadenó la tragedia. Pero tampoco está claro que deba de ser la venganza el remedio para hacer justicia. Fue Dios quien provocó la maldad entre los hermanos; llevándoles hasta el crimen y luego, no impartió justicia, ni permitió la venganza.


MURAL DEL PINTOR CARLOS ANTIESTEBAN
Foto: Pedro Taracena


LA HUELGA A LA ESPAÑOLA




Por Pedro Taracena


La huelga a la francesa quizás sea más salvaje, pero tan justa, legal y legítima, aunque menos perseguida, que la huelga de los españoles.


La Constitución Española es una constitución burguesa. Construida con la basura, los escombros y los cascotes de una Dictadura Genocida. De los siete Padres de la Constitución, cinco procedían de las diferentes corrientes del franquismo y dos demócratas, llegados de la clandestinidad: uno del Partido Unificado de Catalunya y el otro del Partido Socialista Obrero Español. La Carta Magna ha sido y sigue siendo tutelada por la Oligarquía, el Ejército y la Iglesia. Con el objetivo de instaurar y perpetuar una monarquía de dudosa legitimidad.

El Régimen del 78 y sobre todo la Oligarquía y la Patronal tutelan el derecho de los trabajadores a la huelga. Que es tanto como decir que la persiguen hasta la extenuación.

La Constitución Republicana consagra al ciudadano como trabajador de los derechos constitucionales: “España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia.

Sin embargo, la Constitución Española monárquica, consagra los derechos constitucionales a un ente llamado La Nación española.

Es evidente que el derecho de huelga no es asumido de igual manera en una República que en una Monarquía impuesta, por muy parlamentaria que sea.

En España el Derecho de Huelga se determina en estos términos: Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad.

No obstante, el Gobierno de turno que le correspondió consensuar el desarrollo de este derecho, usó y abusó de: “…las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad”.

La Derecha Franquista, es preciso aclarar que en España no hay otra derecha que no haya venido de la Dictadura, ha tenido como objetivo no solamente desacreditar a los sindicalistas, sino también de criminalizar los derechos de huelga y de manifestación por ser molestos al empresariado y a la ciudadanía. 

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) contemplaba en sus estatutos la doble militancia: en el Partido y en la Unión General de Trabajadores (UGT). El sindicado socialista plantó su primera huelga al Gobierno Socialista y allí se produjo el divorcio. El Partido apostó por la Patronal y ya nunca acudió a las manifestaciones del 1º de Mayo.

En el caso español no hemos aprendido en 40 años en qué consiste el ejercicio del derecho de huelga.

Por parte de los políticos lejos de hacer pedagogía se han limitado a reventar toda huelga con los abusivos servicios mínimos y la criminalización de los Piquetes Informativos. Una huelga en Estaña es algo que hay que neutralizar por parte del poder de cualquier signo.
El Régimen del 78 se ha dotado de una jauría de voceros al servicio de la Oligarquía. Estos impostores del periodismo lejos de crear una opinión sobre el Derecho de Huelga, toman parte junto a la Oligarquía de siempre.

Ni la izquierda ni la derecha han desarrollado una pedagogía que diferencie una huelga de una manifestación, y diferenciar la manifestación pacífica de los hechos punibles, merecedores de castigo, dentro y fuera del ejercicio de cualquier derecho constitucional.

 En España se percibe de forma evidente la diferencia de la consciencia del ciudadano y la consciencia del trabajador. Pero la perversión se produce cuando cada persona ejerce una dicotomía según le convenga. Como ciudadanos no soportamos ni una sola de las molestias que puedan ocasionar los trabajadores que emprenden una huelga o una manifestación. Aunque estas personas sean a su vez ciudadanos y trabajadores. La Oligarquía ha logrado a través de los Medios de Comunicación, que al lado de un trabajador en huelga surja, un ciudadano ofendido o molestado. Y quizás un esquirol.

Los Medios de Comunicación están amaestrados para no discernir o mejor dicho confundir lo que es legal de lo que es justo. Quizás lo más polémico sea diferenciar lo legitimo de lo ilegitimo. Más aún, la distinción entre lo ilegítimo y lo legal. Que a su vez puede ser legal pero violento y por supuesto injusto. El lector puede hacer un ejercicio para encontrar estos valores en el devenir del cuestionado Estado de Derecho Español. Es evidente que estos temas no están el orden del día del periodismo del Régimen del 78.

La huelga a la francesa es más salvaje, pero tan justa, legal y legítima, aunque menos perseguida, que la huelga de los españoles. Y sobre toda, más aceptada por el resto de los ciudadanos. 

Sin olvidar que las huelgas y las manifestaciones tienen como objetivo, reivindicar los derechos de los trabajadores y derribar gobiernos, como situación extrema.

¡MANIFESTACIÓN!




domingo, 6 de enero de 2019

LOS REYES SON LOS PADRES


Contundente artículo del ‘The New York Times’: “La monarquía española ya no tiene sentido”




El diario The New York Times ha publicado en su versión hispana un artículo del escritor argentino Martín Caparrós, que asegura que “la monarquía española ya no tiene sentido” y cree que no tiene ninguna utilidad.



“Por eso, aunque su origen no estuviera lleno de sangre y de dictadura, aunque no viniera de unas matanzas del siglo XX sino del siglo XVI o XVIII, como las otras, esta monarquía ya no tiene sentido. Solucionarla sería simple, fácil. En 1931 declarar la república fue cambiar muchas cosas; ahora, si se hiciera, todo seguiría igual. La función práctica del rey es tan poco importante que anularla no significaría gran cosa. Cambiaría, sí, el símbolo, la manera de verse y de representarse: un país se haría mayor de edad. Se daría cuenta de que los Reyes son los padres, y que los padres y los mitos estamos para quedarnos atrás cuando los chicos, finalmente, emprenden el camino”, afirma.




El artículo titulado “Los reyes son los padres” hace una comparación entre la Monarquía actual y los reyes Magos:

“Papá Noel se fue, van a llegar los Reyes Magos. Entre padres y reyes sigue todo, aunque vengan de culturas distintas: en principio, los niños hispanos creen en esos tres señores pomposos montados en camellos; los niños anglos, en un solo señor gordo montado en un trineo. Se podría decir que la versión anglo exalta la iniciativa individual contra la colectiva hispana; que el traje rojo y blanco reivindica lo directo frente al embrollo de los paños reales; que el buen viejo trabajador se contrapone a los reyes altaneros; que el frío, por supuesto, es anglo y el calor, hispano. Es el famoso choque de civilizaciones, que al final nunca chocan sino que se acomodan —siempre que se vislumbre algún negocio—. “

Tiempo después, cuando asumió, el señorito que Franco había hecho rey juró “por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional”. Ese movimiento —recuerdo, para los que no— era la columna vertebral del franquismo. El señor Juan Carlos de Borbón e ídem, exrey y padre y razón de este rey, declaró que reinaría en nombre de esos asesinos y guardaría lealtad a sus principios fascistas. Si lo hizo es cómplice; si no, traidor. La elección es difícil, pero los reyes no saben de elecciones.

La historia es dura de tragar, oscura. Casi todos intentan olvidarla; quizá la toman en cuenta esos jóvenes que empezaron, últimamente, un movimiento de repudio. En estos días, agrupaciones estudiantiles de 33 universidades públicas españolas organizaron referéndums sobre la monarquía: sus resultados la condenan 10 a 1.

Son consultas simbólicas, por supuesto, pero lanzaron algo. Quizá por eso, en estas ¿páginas?, David Jiménez discutió el tema con argumentos que me sorprendieron. Su tesis central fue que “la monarquía necesita un referéndum para garantizar su continuidad a largo plazo y renovar su legitimidad democrática”. “Legitimidad democrática” parece significar que muchos voten algo. Pero ¿cómo puede tener legitimidad democrática una institución que niega la esencia de la democracia: la abolición de los privilegios de sangre, la igualdad de todos ante la ley y la libre elección de las autoridades?

Es el truco habitual. Confundir democracia con mayoría electoral es el mecanismo clásico de los grandes sistemas autoritarios del siglo pasado y de los que intentan repetirlos ahora: Bolsonaro, Orbán, Trump, Le Pen, Duterte, Vox y compañía ilimitada. Pretender que la cantidad alcanza para legitimar cualquier opción es su recurso más trillado.

Siempre es más fácil contar que pensar, blandir números que sostener principios. Y te permite argumentar que “lo decidió la mayoría”. Durante milenios la mayoría fue esclavista y solo dejó de serlo porque hubo minorías que pelearon contra eso. Durante milenios la mayoría relegó y usó a las mujeres y solo dejaron de hacerlo porque hubo minorías que pelearon contra eso. La mayoría es conservadora, teme, se refugia en lo que ya conoce; muchas veces la voluntad mayoritaria es un error a corregir.

Por supuesto, es mucho más fácil cobijarse en ella que aceptar la intemperie de la crítica. Pero esa disidencia minoritaria es necesaria para crear, con su insistencia, con el tiempo, las mayorías que impondrán esos criterios que antes rechazaban: la democracia en acto. Y entonces esas mismas mayorías mirarán atrás y no podrán creer que apoyaban lo que antaño apoyaban: esclavos, esclavas, reyes, supersticiones varias.

La otra línea de defensa monárquica es su supuesta utilidad. Jiménez dice que algunas de las democracias más avanzadas, como las escandinavas, mantienen sus monarquías y no les va mal. Se supone que los reyes sirven como símbolos —de la unidad nacional, básicamente, de “la patria”—. Es lo que hacían hace siglos, cuando las sociedades eran más primarias y los dueños ejercían su poder de formas más directas. Entonces, los súbditos aceptaban que alguien fuera el amo de todo y de todos si, a cambio, les prometía protección y simbolizaba la unidad de esas tierras. Sin rey de Francia no había Francia —un suponer— sino una cantidad de pequeños señores que hacían lo que se les cantaba.

Después, hartos, los ciudadanos fueron decidiendo que la síntesis de un país no debía ser una persona sino el conjunto de personas que lo habitan, y que ese conjunto se representa a su vez en símbolos más abstractos —colores, canciones, historias—; que se precise carne y huesos para simbolizar una comunidad es tan primario. Y que un Estado sea simbolizado por alguien que representa todo lo contrario de los principios declarados de ese Estado es pura paradoja, un despropósito.

Por eso, aún si su origen no estuviera lleno de sangre y dictadura, aún si no viniera de unas matanzas del siglo XX sino del siglo XVI o XVIII, como las otras, esta monarquía ya no tiene sentido. Solucionarla sería simple, fácil. En 1931 declarar la república fue cambiar muchas cosas; ahora, si se hiciera, casi todo seguiría igual. La función práctica del rey es tan poco importante que anularla no cambiaría gran cosa. Cambiaría, sí, el símbolo, la forma de verse y de representarse: un país se haría mayor de edad. Se enteraría de que los Reyes son los padres, y que los padres y los mitos estamos para quedar atrás cuando los chicos, por fin, se lanzan al camino.





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