Título II. De la Corona
Artículo 56
1. El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.
2. Su título es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a la Corona.
3. La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el artículo 65.2.
Periodista
BBC NEWS MUNDO
Cada vez que el rey de España es noticia, estalla la polémica. Ya sea por sus compañías, por sus cacerías o hasta por sus accidentes. Esta vez las opiniones divididas surgieron a partir de la decisión de la justicia de rechazar el trámite de dos demandas por paternidad contra el monarca.El argumento es la inviolabilidad (una especie de inmunidad) que establece la Constitución española para la figura del rey y que detendría cualquier intento de someterlo a una prueba de paternidad.
Un español y una mujer belga aseguran ser hijos del rey Juan Carlos. Decidieron hacer lo que haría cualquier persona que busca el reconocimiento legal paterno: presentaron sus respectivas demandas.
Pero sendas juezas invocaron el inciso 3 del artículo 56 de la Constitución para no admitir el pleito: "La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad".
INVIOLABILIDAD DEL REY DE ESPAÑA
Discurso completo del Rey sobre Catalunya
Felipe VI, sobre la Generalitat: "Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado"
Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas
circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos
hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con
la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada −ilegalmente−la
independencia de Cataluña.
Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera
reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y
su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus
instituciones históricas y su autogobierno.
Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas
legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes
del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en
Cataluña.
Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han
socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando
─desgraciadamente─ a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y
enfrentada.
Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de
solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su
conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica
y social de Cataluña y de toda España.
En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento
de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades,
de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho
y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía
nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente
su vida en común.
Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme
compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los
legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal
funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el
autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de
Autonomía.
Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles,
particularmente a los catalanes.
A los ciudadanos de Cataluña –a todos− quiero reiterarles que desde hace
décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales
para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la
ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática
posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en
ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien
que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos.
Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con
la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo
que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad
del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho
en la defensa de su libertad y de sus derechos.
Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos
acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y,
también, de esperanza.
Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero
saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de
lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos.
Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles
de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las
últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con
determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará
también Cataluña.
Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar
una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la
democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi
compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.
“El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia,
arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más
alta representación del Estado español en las relaciones internacionales,
especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las
funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes”.
“arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones”
Arbitrar según la RAE
arbitrar
"Idear o disponer los medios, medidas o recursos necesarios para un fin.
La dirección arbitrará soluciones para resolver el problema.
Sinónimos: |
idear, urdir, disponer. |
Actuar o intervenir como árbitro, especialmente en un conflicto entre partes
o en una competición deportiva".
Más que una crítica escueta, sobre la actuación del Rey de España en aquellos momentos drámáticos para Catalunya y España, prefiero darle el formato de ensayo.
En estos días el mismo Rey que lejos de ser árbitro, se comportó con aquel discurso como juez implacabe, acaba de sancioar la Ley de la Amnistía de aquellos nefastos hechos provocados por la aplicacón del artículo 155 de la Constitución Española. La hemeroteca muldial ha constatado los hechos violentos reprimiendo a niños y adultos en los colegios, donde tenía lugar el referendum para optener la Independencia de Catalunya como república fuera del Reino de España.
Felipe VI fue juez y parte asumiendo los postulados del Parido Popular, sin mencionar en su discurso la viloencia de la policía contra la población civil. Leer ahora el inoportuno discurso solamente nos podemos avergonzar de la función real como árbitro... Las fuerzas políticas conservadoras con el ADN del franquismo o con el síndrome de la Transición, fueron quienes aplaudieron al Rey.
Ahora tenemos más elementos de juicio:
1. La convocatoria del Referéndum para la Independencia.
2. La aplicación del Artículo 155 de la Constitución.
3. El juicio de los protagonistas del Procés, con implicaciones europeas.
4. La aprobación de la Ley de la Amnistía y su publicación en el BOE.
Si reflexionamos sobre la semántina del vocablo árbitro, gramaticalmente Felipe VI no progresa adecuadamente en Lengua Española.
Quizás a Juan Carlos I le salvó de sus desmanes la inviolabilidad que le otorga la Constitución Española, y a su hijo Felipe VI, la nula crítica que hace el PSOE a la Corona, para salvar su compromiso histórico aceptando el engaño de Adolfo Suárez y Juan Carlos I; metiendo de rondón la Monarquia en le Ley de la Reforma Política.
La República Española fue asaltada por el Genocida Francisco Franco, que provocó una Guerra Civil y la Victoria le nombró Caudillo de España por la Gracia de Dios. Este Invicto Criminal impuso una Dictadura y decretó una Restauración de la Monarquía en la persona de un nieto de Alfoso XIII. El denominado Príncipe de Asturias fue nombrado como sucesor del Genocida. Ni los dos documentos: La Ley de la Reforma Política, la Amnistís de 1977 y la Constitución de 1978, no han otorgado la más mínima LEGITIMIDAD a la nefasta DINASTÍA BOBÓNICA. Pedro Taracena Gil