miércoles, 18 de junio de 2014

¿EL FRANQUISMO SIGUE SIENDO LEGAL?



Imágenes del Palacio de Cristal de Madrid
Ampliad imágenes con el ratón

Por Pedro Taracena

El marco constitucional anuló el marco referencial de la las Leyes Fundamentales del Movimiento Nacional, pero la democracia albergó en su conjunto legislativo todas las leyes del franquismo. No hubo ruptura con la dictadura, solamente una suave evolución. Esto permitió una transición aunque no tan modélica como se viene manteniendo, ya que hubo violencia y muertos al margen de los crímenes de ETA.
La ilegitimidad del franquismo, así como la impunidad de sus crímenes fue saldada con el pacto constitucional que encubrió el peor de los acuerdos. La transición que enmudeció la Historia y escandalizó al mundo, aunque sus protagonistas tengan vocación de exportarla. La Constitución como texto legal y legítimo no legalizó el franquismo pero tampoco lo ilegalizó y mucho menos condenó. Esto quiere decir que el franquismo ha quedado impune. Tampoco se puede considerar su apología como delito porque la Transición hace compatible la dictadura y la democracia. El llamar a alguien franquista no se considera un insulto y en muchos casos es un acto de honor. El  esperpento nacional está servido.





Palacio de Cristal

Es curioso cómo La Casta que hizo la Transición, dio por bueno que el régimen franquista legalmente que no legítimamente constituido, se hiciera el haraquiri como forma de suicidio ritual. Practicado no por razones de honor como los orientales, sino por una orden superior devolviendo al pueblo aquello que desde el año 36 se le había usurpado. Ahora los dueños de aquel acuerdo perverso, me refiero a la transición no al pacto constitucional, no quieren mover un ápice del orden legal consagrado como dogma de fe inamovible. Rajoy cuando declara que cualquier modificación de la Constitución ha de hacerse  según las leyes vigentes, se  mofa del pueblo. Porque mientras él tenga la mayoría absoluta, no revalidada en los últimos comicios, y muestre nula voluntad de diálogo, no habrá reforma constitucional; escondiendo su incapacidad bajo la máscara de demócrata, guardián y vigía de la fosilizada Carta Magna. Una parte del pueblo responde que, sí se puede,  y que al menos tiene derecho a un debate y una consulta. Alguna evidencia delata que la Constitución debe de modificarse:




Palacio de Cristal

En el Estado de las Autonomías se ha interpretado la crisis cada cual según su ideología; creando desigualdades evidentes en derechos constitucionales: Educación, Sanidad, Dependencia y Desahucios. Es preciso hacer un debate sobre la estructura federal del Estado Español. La estructura federal del Estado corregiría las desigualdades provocadas por las administraciones autonómicas y llenaría de contenido y de funciones al sempiterno inútil Senado, como Cámara de Representación Territorial. Sin duda las cuestiones históricas de Euskadi y Catalunya tendrían mejor encaje que en la actualidad constitucional. Las reformas oportunas sobre los herederos dinásticos y la desmitificación y desacralización de la monarquía, quizás acallarían las crecientes voces de reivindicación republicana. Es posible que el pueblo español curioso por los eventos históricos, descubra que el rey Felipe V, predecesor del Felipe VI, es quien protagonizó los hechos que han provocado hasta hoy las reivindicaciones históricas de los catalanes. Si el Rey de España no abandona La Casta como Corte Real y se acerca al pueblo llano, la brecha abierta a favor de la República irá creciendo. A Rajoy no le interesa blindar los derechos constitucionales de los españoles porque lejos de reconocerlos los ha aniquilado. Sin olvidar que la izquierda ha sido quien ha reconocido muchos de los derechos albergados en la Constitución, hasta que la reformó para complacer a la Troika. La Constitución Española es un texto legal y legítimo que puede y debe cambiarse. Su actualización servirá mejor a las generaciones del siglo XXI.




Palacio de Cristal

El Rey puede y debe propiciarlo. La Historia nos muestra cómo Fernando VII, hizo lo contrario. Logró recuperar su poder absoluto después de suprimir la Constitución de Cádiz La Pepa de 1812. Ni el Partido Popular ni el Rey pueden arrogarse el derecho de impedir que los españoles debatan y sean consultados, refugiados en que hay que respetar las leyes. Si los procuradores de las cortes franquistas hubieran cumplido las leyes de la dictadura, Suarez no hubiera podido llevar a cabo la Transición. La Constitución Española, no lo olvidemos, que fue aprobada bajo la fórmula de monarquía parlamentaria por imposición de los herederos del franquismo, y aceptada por aquellos que siempre habían sido demócratas y la asumieron como mal menor. No hay que tener miedo el decir que bajo la amenaza de una involución golpista de carácter militar. Es decir, para evitar que se repitiera el episodio del 18 de julio de 1936. No aprovechar la llegada de Felipe VI para una consulta precedida de un amplio debate nacional, es suicida para el nuevo monarca. Una clase política donde la perversión y la corrupción, por acción u omisión, están generalizadas, es estar ciegos o desear estarlo, para no impulsar una iniciativa que traería la reconciliación entre los españoles. De otro modo la inestabilidad social está servida…


Palacio de Cristal

Fotografías: Pedro Taracena

sábado, 14 de junio de 2014

HABLEMOS DE LA REPÚBLICA CON LA SERIEDAD QUE EL TEMA MERECE



Bandera de la República Española

Por Isidoro Gracia
Exdiputado

Se está planteando cambiar desde la monarquía parlamentaria a una república, como si eso supusiera un cambio de sistema o una cuestión de fe, cuasi religiosa, ambos planteamientos son erróneos.
Para no engañar a nadie, empezaré por confesar que yo soy partidario de elegir y en consecuencia poder cambiar al Jefe del Estado, por voluntad popular democráticamente expresada. Pero para mí no es una cuestión religiosa sino fruto de la razón, en consecuencia, nada de verdades absolutas, como ligar la propia existencia de democracia a republicanismo.
Empecemos por lo elemental, el sistema es democrático no por su título sino por sus hechos. Miremos a nuestro alrededor para aclararnos. Existen democracias muy consolidadas con la fórmula monarquía parlamentaria, con sus reyes, reinas y príncipes, como Suecia, Noruega, Holanda, etc. y sus ciudadanos gozan de una democracia que les está proporcionando un bienestar y un grado de libertad envidiables. Simultáneamente existen repúblicas, con sus jefes del estado con el apelativo de presidente, como Francia, Alemania, etc. con resultados similares para sus ciudadanos. Y por continuar con las referencias, no están demasiado lejos, ni en la geografía, ni en la historia, monarquías absolutas y dictatoriales (quedan pocas) y repúblicas democráticas solo en el adjetivo (estas aún abundan).


Escudo de la España monárquica


¿De qué modelo de jefe del estado estamos hablando? Para empezar, no todos los jefes de estado son de elección directa por los ciudadanos, por ejemplo en la República Federal Alemana, o la República Italiana, se elije por los Parlamentos, como ejemplo alternativo, en la República Francesa o la República Portuguesa el Jefe del Estado es de elección directa.
El sistema de elección marca las diferencias fundamentales en las competencias, como no podía ser de otra forma los elegidos directamente tienen competencias y poder mucho mayores que aquellos elegidos en segundo grado. Y alguno de esos poderes no son temas menores.
Todos los jefes de estado representan la unidad nacional, incluso en las repúblicas federales, casi todos son mando supremo de las fuerzas armadas y pueden disolver las cámaras, con mayor o menor facilidad, pero solo los de elección directa tienen capacidad de veto o bloqueo de las leyes y algunas decisiones aprobadas por los gobiernos y parlamentos, e incluso nombrar directamente a altos funcionarios y magistrados de otros poderes.


Escudo de la España republicana

Y por hablar de un tema muy comentado en estas últimas semanas, los de elección directa suelen tener entre sus competencias convocar referéndums, a iniciativa propia.
Supongamos que ya tenemos las ideas suficientemente claras, como para afrontar la reforma constitucional, que la mayor parte de españoles creemos necesaria, ¿cuánto esfuerzo dedicamos al mono tema monarquía/república?, ¿cuanto al problema territorial? y ¿al ejercicio efectivo por los ciudadanos de sus derechos básicos? Por mi parte es evidente que al menos de una importancia similar, sino superior, al tema de la jefatura del estado, tienen otros como fijar en la nueva Constitución mayores garantías para el ejercicio y disfrute real de derechos básicos tales como educación,  salud y  protección social (al menos en el mismo nivel que la estabilidad presupuestaria), o el encaje territorial, que garantice un mejor e igual servicio al conjunto de ciudadanos, y la exigencia de solidaridad entre los 47 millones de españoles.
Y una penúltima cuestión, y si se convoca el referéndum monotemático, lo ganan los partidarios de la monarquía ¿se conformará Felipe VI con el ejercicio de sus funciones como ha hecho su padre?, o una vez refrendado ¿reclamara un ejercicio de competencias más acorde con los jefes de estado que pasan directamente por urnas?




 Bandera del Reino de España


miércoles, 4 de junio de 2014

ALGO HUELE A PODRIDO EN EL REINO DE ESPAÑA




Por Pedro Taracena

El Rey de España abandona el trono sin haber jurado la Constitución, sin condenar el genocidio franquista y sin reconocer la legitimidad de la República Española. Arropado como es natural por La Casta. Sí, La Casta que en virtud de evitar no sé qué involución, han consolidado la Transición trasgrediendo el sentido de su nombre. Se llama transición a la acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto. Aquí se pasó de una dictadura franquista a un texto constitucional, pero los hijos del Caudillo de España, han mantenido el espíritu déspota y tirano de su fundador. En 1975 el Rey recuperó la corona de los Borbones como legado y testamento de Franco; jurando cumplir los Principios de Movimiento Nacional, base del régimen emanado del golpe de estado de 1936. En estos 39 años de reinado, Juan Carlos, no ha conseguido la reconciliación entre los españoles. El Rey ha estado al lado de los franquistas y también de los socialistas, que con mayorías absolutas no han querido llevar ante los tribunales de la Historia la impunidad de los crímenes del franquismo. El reinado de Juan Carlos I es un cúmulo de anomalías democráticas que lejos de resolver los problemas históricos los ha agravado. Los protagonistas de la Transición, La Casta, despiden al Rey en loor de multitudes sin la menor crítica, constituidos en corte de aduladores y cómplices de la opacidad de la familia real.





¿Cuál es la realidad de la sociedad? Una o dos generaciones de jóvenes perdidas. Desafección política de los trabajadores de toda clase. El rechazo de vascos y catalanes al dogma de que la España Una Grande y Libre, sea inquebrantable en pleno siglo XXI. El pueblo está harto de la podredumbre de todas las instituciones. Desde la monarquía hasta la judicatura, pasando por partidos políticos y sindicatos.
¿Quiénes están satisfechos con esta situación? Los empresarios, porque disfrutan de la explotación de la esclavitud conforme a las leyes del Partido Popular. Legales pero injustas, inmorales y perversas. La Iglesia, porque los franquistas-populares han entregado a los obispos el nacionalcatolicismo que la Constitución les niega. Y por último, los bancos, porque el gobierno de turno les ha otorgado la seguridad jurídica que han negado a los desahuciados. Estos tres sectores del poder pertenecen a la misma Casta que los dos grandes partidos PPSOE, y constituyen el verdadero problema del pueblo español.





La Casta manifiesta su nerviosismo a través de sus voceros. Los medios de comunicación públicos y privaos han tomado arte y parte de La Casta, a través de la nefasta Transición. Pero ahora las redes sociales están marcando la pauta de la libertad de información; quitando el monopolio de los titulares, las exclusivas, las primicias de los diarios, que lejos de vivir del quiosco, son financiados a fondo perdido por los grupos de presión. Ejemplo de ello el cierre de Público.
Algo huele a podrido en el Reino de España, mientras algo se está moviendo en las calles y plazas de nuestras ciudades y pueblos: Crecimiento del rechazo a la corrupción política. Rechazo frontal a los dos grandes partidos de La Casta. Aumento de las izquierdas. Exigencia creciente de un referéndum que legitime ante la Historia el régimen pactado por La Casta en la Transición y desestabilidad permanente y reacción a las acciones represoras del Gobierno. 




  
Se ve el final del túnel pero no con la lupa del Gobierno, sino con la realidad del pueblo: La crisis seguirá masacrando a la ciudadanía porque Rajoy lidera el peor ejecutivo posible, para sacar a España del pozo donde él y sus secueces la han metido. El Parlamento Europeo plantará cara a los crímenes de la Troika. Las elecciones municipales y autonómicas las ganarán las izquierdas, sin duda. Y las generales de 2015 serán tumba del bipartidismo PPSOE. Adiós mayorías absolutas de poder absolutista. Con esa esperanza hay que caminar. La abdicación del Rey y la venida de Felipe V, son circunstancias pasajeras. Abdicado el rey ¡Viva la República!


LA REPÙBLICA




Por Isidoro Gracia

La Republica no es cuestión de fe sino de razón, aún más importante es la Democracia. En consecuencia el único camino aceptable es el respeto a la norma legal.

Durante el trámite de la actual Constitución de 1978 los partidarios de una República, subieron a la tribuna, defendieron sus votos particulares frente a la fórmula Monarquía parlamentaria, perdieron la votación, aceptaron democráticamente el resultado y se convirtieron, muy mayoritariamente, en defensores del conjunto de la Constitución. Entre los que hicieron ese camino el conjunto de los socialistas y comunistas que antecedieron a los actuales.
Yo como soy partidario de elegir y en consecuencia poder cambiar al Jefe del Estado, por voluntad popular democráticamente expresada, quiero recordar cual es un camino, que haría eso posible y además de respetar los procedimientos democráticos, es de los pocos, política y éticamente aceptables.
De acuerdo con las actuales Leyes lo que va a ocurrir, salvo revolución impensable e indeseada, es: En menos de un mes se aceptará la abdicación de Juan Carlos, se recibirá el juramento de la Constitución  por Felipe VI y se le proclamara Rey de España en Cortes Generales.
Como además del tema de la posible elección entre Monarquía y Republica, existen muchos y más importantes temas para los ciudadanos españoles de este siglo, que demandan una revisión del marco constitucional, como el ejercicio y disfrute real de derechos básicos tales como educación,  salud y  protección social, o el encaje territorial, que garantice un mejor e igual servicio al conjunto de ciudadanos, y la exigencia de solidaridad entre los 47 millones de españoles, cuando toque, los partidos deberán presentarse a unas elecciones declarando claramente sus intenciones.
Igual que hicieron nuestros predecesores, deberán aceptar los resultados. Resultados que para cambiar temas importantes de la Constitución exigen: primero, conseguir el acuerdo de, al memos,  210 diputados y 160 senadores, y segundo, la mayoría de los  votos ciudadanos al conjunto del texto (no solo a alguna de sus partes). También, si son demócratas convencidos, aquí deberán aceptar los resultados, pero además tendrán que convertirse en defensores de lo que salga del proceso.

El problema hoy es que el piloto obligado tendría que ser el Presidente de un gobierno con mayoría absoluta, y el que tenemos es incapaz de asumir sus responsabilidades y está dejando pudrir los muy evidentes problemas lo que llevará inevitablemente a que sean los extremismos los que hagan de motores del proceso, por lo que el riesgo de terminar mal, rematadamente mal, aumenta de semana en semana y de día en día.