viernes, 10 de diciembre de 2010

LA III REPÚBLICA

Comparto el debate de aquellos españoles que han propuesto el embrión de la ponencia, de la tercera experiencia republicana de España. No comparto el análisis apocalíptico de la situación de nuestra monarquía parlamentaria, como la culpable de todos nuestros males. Sólo hay un planteamiento de peso para reclamar el advenimiento de la III República. Sería la restauración jurídica de la II República, única forma de restablecer la legalidad quebrantada por el golpe militar del general Franco. La instauración de la monarquía en España, después de la dictadura, no tiene base jurídica. Los Padres de la Constitución aceptaron sin base legal, y sin contar con el pueblo, implantar en la Jefatura del Estado, a un miembro de la familia de los Borbones. No obstante, salvada este fraude de ley, que trajo la Transición en lugar de la ruptura democrática, hay que hacer una lectura detallada de la Constitución de la República de 1931 y la Constitución Española de 1978. No hay duda que los valores republicanos están presentes en ambas. Ahora bien, si las pretensiones son traer una República del proletariado, cuando no fue objetivo de la II República, la desconexión con el mundo que nos rodea sería patente. Yo veo que en los planteamientos republicanos que se afanan por volver a un régimen republicano, tiene mucho de sentimentalismo y romanticismo, pero hay que ser pragmáticos, el tener un Jefe de Estado, no electo, es un mal menor, siendo nuestra Constitución una de las más avanzadas del mundo. Y por último, no es serio afirmar que: “La salida progresista de la crisis depende del avance de las fuerzas republicanas”. No, quizás se quiso decir que: “Saldremos de la crisis con aquellas fuerzas de izquierdas que garanticen el Estado del Bienestar, con un desarrollo y productividad sostenidos”.
Pedro Taracena Gil

viernes, 30 de abril de 2010

LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA


Por Pedro Taracena

Es legítimo pensar que la transición del régimen dictatorial a otro democrático no haya sido modélica. Depende de las variables que se manejen y el grado de satisfacción conseguido. Mientras en el exterior la mayoría de los observadores la consideran como modelo a seguir, en el interior y según va pasando el tiempo, esta bondad se pone en duda. Los años inmediatamente después de la muerte del dictador, fueron decisivos para todos y cada uno de los españoles. Iba a depender de la huella que había dejado en nosotros las cuatro décadas anteriores. De qué forma cada individuo o familia estaban marcados por los acontecimientos de la proclamación de la II República, la Guerra Civil y los años de la tiranía franquista. Hasta aquí “cada cual contaba tal y como le había ido en la feria”. Unos venían de soportar la dictadura, otros de comulgar con ella y para la masa en general, Franco les había hecho prosperar en lo material de forma satisfactoria. Los acontecimientos de Portugal y Chile, habían hecho pensar a aquellos que teníamos inquietudes, que el país vecino nos alentaba a convencernos que la dictadura que soportábamos no sería eterna y el golpe de estado de Pinochet, nos hacía hermanarnos en la desdicha. En aquellos años hizo su aparición en España la Unión Militar Democrática. El 29 de julio de 1975 fueron considerados “un peligro por la dictadura” y, una vez muerto Franco y hasta en plena democracia, siguieron siendo los apestados de las fuerzas armadas. Pero la desaparición del tirano, puso en marcha la sucesión, tal y como lo había dejado “atado y bien atado”. El Consejo del Reino asumió la Jefatura del Estado y convocó a Las Cortes Españolas. Para designar al Príncipe de España, como heredero de la Corona, con el nombre de Juan Carlos I. Es preciso aclarar que el Consejo del Reino, fue creado por Franco en su eterno delirio monárquico, para que España siguiera siendo un reino y él su regente. El Presiente de Las Cortes, el Decano de los Generales y el Cardenal Primado de Toledo, constituían provisionalmente a su muerte la máxima autoridad del Estado. Allí estaban representadas todas las fuerzas rebeldes con la República: El ejército, los falangistas, la derecha y la Iglesia. Las Cortes estaban constituidas por un tercio sindical o del Movimiento Nacional, otro tercio municipal y el resto en elección directa procedente de la familia. Franco incluía en su facultad de nombramientos directos a tres obispos. Y todo obispo que se nombrara en España, era elegido por Roma, de una terna que el caudillo presentaba al Papa.

Una vez proclamado el Rey, comienza a funcionar la España oficial y formal y la España real y emergente. Mientras Suárez sustituye a Arias Navarro, los españoles comenzamos un largo camino de aprendizaje. Democracia o dictadura. Monarquía o república. Ruptura o reforma. La España del exilio se hace presente y se les pone rostro a los comunistas después de su legalización. Adolfo Suárez sufre la milagrosa conversión del Movimiento Nacional a la Reforma Política. Desde el principio tiene claro que el botín de guerra heredado y disfrutado durante cuarenta años, no va a sufrir cambio de dueño. Martín Villa, su ministro aún de la Gobernación, cuando se le pide que purgue a los policías que siguen practicando la tortura y la violencia, responde que esto es una transición. Es decir, que estamos construyendo un edificio con los escombros del viejo. La izquierda también se adaptó a estas circunstancias. Y hacen de la ambigüedad su forma de adaptarse. Sin renunciar a su vocación republicana, renuncian a la República. Y cuando los Padres de la Constitución escriben el texto, están mirando a los lados desde donde se sientes vigilados y amenazados. Desechando cualquier discrepancia en lo fundamental propuesta por la derecha

Las Cortes se hacen el haraquiri aprobando la Ley de la Reforma Política y Suárez casi llora de emoción. Los españoles estrenamos muchas cosas en aquellas fechas; ilusión por ser la mayoría protagonistas de nuestros destino por primera vez; libertad de expresión; votar y elegir a nuestros representantes y recuperamos la categoría de ser españoles sin complejos. Mientras, los políticos de derechas aprietan filas al lado del nuevo caudillo Suárez y la izquierda irrumpe con la bravura del toro aún sin lidiar. Y así llegamos al Congreso de los Diputados y al Senado. En la Cámara Baja es totalmente por sufragio universal y la Cámara Alta, se reserva un tercio de los senadores por designación directa del Rey. Con esta situación Adolfo Suárez no quería ni que le mencionaran unas cortes constituyentes. A pesar de que esta verdad se cuestionara posteriormente. Es cierto que las hemerotecas mantienen que Suárez deseaba funcionar con Las Leyes Fundamentales heredadas de Franco y su Reforma Política. Ante las primeras elecciones generales después de la Reforma Política, Suárez se presenta como candidato a la Presidencia del Gobierno, con el apoyo de una amalgama de conversos franquistas de camisas viejas en demócratas nuevos. Sin disimular el motivo que le lleva a ello. La presencia de la izquierda y sobre todo el Partido Comunista suponía una amenaza para los nuevos demócratas. Había que reafirmar que España seguía siendo de los mismos. Y Adolfo Suárez lo consiguió.

Hasta aquí ya se habían creados muchas vías de comunicación y muchos tanteos de posibilidades. Entre todos los ciudadanos y en todos los sectores, había temores, inquietudes y falta de experiencia. Los militares y el Rey. Las viejas camisas viejas, con intencionada redundancia, la Iglesia que mientras no la tocaran el bolsillo ahí permanecía incólume… Y la extrema derecha añorando la belle époque franquista y la derecha agrupada en un centro inestable e irreal. Lo cierto y verdad es, que todos querían jugar y nadie romper la baraja. Pero fue la izquierda quien llevó a Suárez a forzar una situación constituyente. Y desempolvaron la palabra consenso y así comenzó la tan traída y llevada transición modélica. Ante el panorama económico decadente y nefasto, Suárez da un golpe de timón y logra consensuar Los Pactos de la Moncloa. Que le apuntalan como gran estratega.

Una vez concluido el proceso constituyente, la Constitución de 1978 vino a dotarnos de un marco democrático y jurídico avanzado que nosotros no teníamos. Y todo el mundo creyó que la letra de la Carta Magna iba a ser la panacea. Pero la aparente conciliación y el consenso se pactó a costa de ceder unos mucho más que los otros. Porque un golpe de estado más tres años de guerra civil perdida y por añadidura cuarenta años de dictadura gestionando el botín de guerra, no es comparable al regreso del exilio, al olvido de las víctimas del bando republicano y el daño causado a vidas y haciendas por el sátrapa. La Constitución no cerró la herida abierta entre las dos Españas. En Portugal tuvo lugar una revolución incruenta y nada servía del edificio anterior, para construir el nuevo. Por muchos defectos que tuviera el Movimiento de las Fuerzas Armadas, llegaron más lejos en la justicia y en la reconciliación, que los españoles. Por un lado enseñaban a jugar al golf al pueblo en los campos de la derecha y ocupó Radio Renascença, que era de la Iglesia. Sin embargo en España, el déspota mantuvo un Estado Confesional durante la dictadura, con todos los privilegios que esto suponía y firmó un Concordato con la Santa Sede. Y a los pocos días de que el rey sancione la nueva Constitución Española, Suárez firma unos acuerdos con el Vaticano, claramente anticonstitucionales. Fue el primer hecho que confirma que para la derecha el texto constitucional era papel mojado.

Cuando la Constitución de 1978 se aprueba por referéndum, legalmente la transición de la Dictadura a la Democracia se había consumado. Aunque los debates siguieron abiertos, ya no era posible la marcha atrás. Solamente con la restauración de la República, en lugar de la instauración de la monarquía, se hubiera devuelto la legalidad al Estado de Derecho. Antes mencionábamos que Portugal había resuelto el paso de la dictadura a la democracia a través de la Revolución de los Claveles. Como es obvio no es el caso de España. Pero hay otro ejemplo sin alejarse del Mediterráneo que es Grecia. La monarquía es derrocada por la Dictadura de Los Coroneles y cuando se vuelve a la normalidad democrática, se hace a través de un referéndum. Y éste decide que Grecia se convirtiera en una República.

Ahora se plantea el debate sobre la Transición Española y el epíteto de modélica se tambalea. Podemos especular con aquello que pudo ser y no fue. La puesta en escena de otras opciones posibles se sitúan al día siguiente del Discurso de la Corona, el día de la proclamación del Rey. Vamos a situar los posibles eventos en un mapa cronológico:

1. Don Juan Carlos y su padre Don Juan dejan en manos del pueblo, con la aquiescencia del Ejército, la posibilidad de un plebiscito sobre la forma de Estado. República o Monarquía. Esta generosidad de la dinastía monárquica ¿Hubiera sido posible?

2. Adolfo Suárez se constituye en Gobierno Provisional y concentrando en el Ejecutivo todas las sensibilidades políticas; abriendo un periodo constituyente a través de una ley No de la Reforma Política, sino de la forma de Estado. Esta opción recuperaría la secuencia democrática rota por el golpe militar de 1936. Esta posibilidad sería verosímil si se cumplen dos condiciones: Si el Congreso de los Diputados surgido de las urnas hubiera sido mayoría de izquierdas y republicana y que el Ejército hubiera dado su apoyo ¿Esta opción tendría un final feliz?

3. Haber incluido en la Constitución de 1978 una declaración final que dejara abierto el camino para un referéndum de cambio de forma de Estado, en un aplazo de años consensuado. Este plazo de madurez correspondería a nivelar las posibilidades entre los vencedores y vencidos ¿Se hubiera logrado la reconciliación?

4. Incluir también la posibilidad del planteamiento del Estado Federal, sin complejos y sin prejuicios. Como se había planteado en la I República ¿Habría sido más acertado que el Estado de las Autonomías?

5. Una última opción la tuvo en sus manos Felipe González, que con una mayoría absoluta pudo hacer cambios más radicales y haber pedido cuentas a todos aquellos que camuflados entre los demócratas son los que hasta ahora niegan los hechos criminales en los cuales participaron personalmente. Confraternizó demasiado con los nuevos demócratas de El País. La banca, la derecha y no denunció los acuerdos con el Vaticano. Y podía haber desmitificado y desacralizado la Corona. Limitando la familia real al Rey, al consorte y al heredero. Y despojar al rey de la capitanía general de los ejércitos. Aunque, quizás, para estas cosas ya era tarde ¿Nuestra madurez lo hubiera logrado?

Estas posibilidades jamás fueron presentadas por ningún colectivo que participara en el consenso. Todos pensaron que la Constitución consensuada era la mejor opción. Y para algunos un mal menor. Pero es preciso remarcar que la izquierda y la oposición al franquismo cedieron hasta límites inadmisibles. Ahora, treinta y cinco años después, se comprende con mayor claridad hasta qué punto las fuerzas que derrocaron la República, provocaron y ganaron la Guerra Civil e implantaron la peor y más duradera de las dictaduras. No solamente añoran cuando ellos mandaban, sino que niegan que sus crímenes existieran. Nadie podía pensar en los años 70 que lejos de conseguir la reconciliación de las dos Españas, se negara la Memoria Histórica. La derecha no renuncia a la presencia del franquismo que tanto bien le hizo y la Iglesia lucha por imponer su versión confesional de España. Esta es la realidad. Si la Transición Española hubiera sido un éxito, la reconciliación se hubiera producido y como consecuencia, ahora no estaríamos llevando a un juez a los Tribunales de Justicia, por abrir una causa penal contra el franquismo. Y no se boicotearía la aplicación de la ley de la Memoria Histórica. No seré yo quien me felicite como español de los resultados de la Transición. Pero tampoco seré de los que mantengan, no sin razones, que la guerra no ha terminado. Hasta aquí todos los puntos observados son de mi responsabilidad personal, fruto de haberlo vivido con inquietud e interés.

Es fácil escribir esta historia porque, salvo anécdotas privadas y oficiosas, los ciudadanos que tenemos ahora sesenta y cinco años, la conocemos muy bien. A continuación me permito la libertad de recopilar observaciones y opiniones escuchadas de otros conciudadanos que se han sentido libres de expresar lo que piensan:

“La Transición Española no fue ejemplar”.

“El Rey es una herencia de Franco”.

“La derecha y la Iglesia se han llevado el gato al agua”.

“La República debería de haberse restablecido”.

“El Ejército tuteló la Transición”.

“El Rey se ha considerado como una herencia irrenunciable de la dictadura, ya que fue el dictador quien estableció el régimen a instaurar”.

“Si el Rey fuera patriótico, hubiera restaurado la República, no instaurado la monarquía, que ya fue abolida por el pueblo”.

Y muchas cosas más… Pero no dejan de ser observaciones personales que somos muchos los que las compartimos, pero quién es capaz de hacer una especulación verosímil presentando otras alternativas. Situándose en el año 1975. Mi atrevimiento me lleva a contemplar cinco situaciones hipotéticas:

1. El PSOE, mayoritario de la izquierda, pacta con fuerzas antifranquistas un referéndum sobre República SI, República NO. Monarquía o República. El referéndum sale SI, se inicia un periodo constituyente y se establece la III República Española. Año 1978. ¿Viable? ¿Verosímil? La Iglesia, el Capital, la Derecha, la Falange y el Ejército ¿Se habrían cruzado de brazos?

2. El referéndum sale que NO a la República y SI a la Monarquía y se abre un periodo constituyente, donde no hay consenso porque las cesiones son mínimas. Se hace una constitución laica, sin mencionar a la Iglesia y sin dotar al Ejército las funciones que le otorga la Constitución del 78. Y la figura del rey quedaría como Gran Bretaña, Suecia o Noruega. El rey reina pero no gobierna y tampoco es árbitro de nada, ni de nadie. El título es sólo representativo. La Familia Real la constituyen; el Rey, su consorte y el Heredero de la Corona. Esta opción hubiera conseguido una constitución más equilibrada entre vencedores y vencidos. Pero ¿Más, o menos amenazada?

3. Otra opción hubiera sido, después de la reforma Política de Suárez, haberle dado la razón; funcionando con Las Leyes Fundamentales franquistas y haber abierto un periodo de cuatro años para dotarse de un sistema político más sedimentado. Durante este periodo quizás se hubiera encontrado más apoyos hacia la izquierda, pero también podría haber habido un periodo de inestabilidad política.

4. Mi osadía me lleva al cuarto supuesto. En vez de utilizar el consenso como fórmula para cerrar todas las puertas a reformas flexibles. Haber dejado abiertos en la Reforma Política todos los puntos más sensibles y que necesitan más apoyos: Forma de Estado, Estado Federal y haber establecido una ruptura legal que estableciera que toda la herencia del franquismo quedaba suspendida, mientras no tuviéramos otro marco legal. Una nueva Constitución sin punto referencia en el pasado.

5. Y el último disparate. Un movimiento democrático y militar que ya existía en España, similar al portugués, provoca una ruptura con un contra golpe que suspende las leyes franquistas, nombra un Gobierno Civil Provisional y abre un espacio constituyente; llevando a buen puerto a la III República Española ¿Locura o sueño?

Escribir historia para aquellos que la han vivido, no es hacer un trabajo de historiador. Ahora bien, hacer un ensayo de especulaciones de qué hubiera pasado en el caso de plantearse estos supuestos, tampoco es un trabajo de rigor, pero sí una honrada aportación positiva a las descalificaciones fáciles de realizar.

Un apunte final a modo de interrogante: ¿Qué hubiera pasado si al margen de la forma de Estado elegida, se hubiera conseguido la reconciliación entre los españoles? Es decir, la opción monárquica en sí no supone un obstáculo para establecer un reconocimiento justo de las víctimas de franquismo.


P.D. Situados en el año 2010. Setenta y cuatro años del quebrantamiento democrático que hizo saltar por los aires la II República Española. Los sucesos que estamos contemplando con el acoso a Garzón por la derecha y los jueces enraizados en el franquismo, demuestran que algo no se hizo bien en la Transición Española. Hoy 30 de abril, PÚBLICO en su espacio de OPINIÓN, presenta esta carta de un lector. Que coincide con las palabras de Carlos Jiménez Villarejo en la Universidad Complutense de Madrid.

Lo que le ocurre a Garzón


Entre 1939 y 1950, terminada la Guerra Civil, más de 100.000 personas (ya documentadas con nombre y apellidos) fueron asesinadas por motivos políticos y prácticamente todas por el bando franquista.

Veinticinco años más tarde, siete ex ministros de Franco fundaron, con el nombre de Alianza Popular, lo que hoy conocemos con el nombre de Partido Popular.

El caso Gürtel es cuantitativamente –y con diferencia– el mayor caso de corrupción de la historia de España (y no sólo de la democracia).

Todavía imparten justicia individuos que juraron las leyes franquistas (leyes de un Estado que no era de derecho, ya que no emanaban de un Parlamento democrático) y/o la impartieron desde los tristemente famosos Tribunales de Orden Público.

¿Verdad que, a la vista de lo anterior, se comprende mejor lo que le está ocurriendo al juez Garzón? Enrique del Río

miércoles, 10 de marzo de 2010

TRES CONSTITUCIONES ESPAÑOLAS

Nadie discute, salvo la derecha interesada, que la breve experiencia vivida por nuestro país, con motivo de la proclamación de la II República Española el 14 de Abril de 1931, fue una opción renovadora. El proyecto que se puso en marcha entonces, marcó una línea de progreso capaz de homologarse con los países más avanzados del mundo. La ausencia de un debate nacional, sin complejos sobre el periodo republicano, la sombra de la guerra civil y la dictadura, siguen ocultando y oscureciendo este periodo histórico de libertad. Legítimo, legal y democrático. Es una vergüenza nacional que hayamos celebrado hasta después de la muerte del dictador, la fecha del 18 de Julio. Día en el cual se rompió la legalidad constitucional y republicana. Y sin embargo, no marquemos sobre el calendario la fecha del 14 de Abril. Al menos para conmemorar una etapa de la Historia de España, de la cual deberíamos estar orgullosos. Sin rendir homenaje a la II República Española, la reconciliación entre los españoles sigue pendiente. No olvidemos que tan legítimo fue el periodo republicano, como la actual monarquía parlamentaria.
Este espacio pretende mostrar las tres constituciones españolas que rompieron con los valores anacrónicos anclados en los tiempos donde Dios marcaba las pautas para organizar la convivencia de los españoles:
PROYECTO DE CONSTIRUCIÓN FEDERAL DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA
LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

LA II REPÚBLICA ESPAÑOLA EXISTIÓ Y EL GOBIERNO LO SABE

Ya es hora de que el Gobierno aborde de una vez por todas, cuestiones que quedaron pendientes en la Transición. Y que las Cortes Generales restauren la memoria de la proclamación de la II República, el 14 de Abril de 1931. La España republicana es tan legal como la España monárquica. Y la consolidación y arraigo de la Corona en nuestro país, no va a depender del reconocimiento de la existencia del periodo republicano. Todo ello es ahora más posible que hace unos lustros. Aunque este reconocimiento llega tarde como han dicho los ex resistentes. Todavía estamos a tiempo para que el Gobierno retome las riendas, de la realidad republicana de forma valiente y sin complejos. Y coloque a la República en el lugar que tiene en la Historia. Es una vergüenza que la derecha obstante calles, plazas y monumentos dedicados a la dictadura y sin embargo, el nuevo Estado surgido de la Constitución de 1987, haya ignorado el periodo histórico previo al golpe de estado del 18 de julio. El 14 de Abril de cada año no representa nada. El 8 de Diciembre y el 15 de Agosto, celebramos fiestas religiosas para complacer a la Iglesia, en aras de un respeto a la hipotética España católica. Los republicanos españoles hemos aceptado la Constitución, mientras, la Iglesia no da muestras de respetarla. Además, y esto es lo más grave, la Iglesia fue arte y parte en la llamada Cruzada durante la guerra y absoluta cómplice en ella y en la dictadura. Está bien que el Gobierno socialista haya impulsado el reconocimiento a los represaliados del franquismo, con la Ley de la Memoria Histórica. Pero el periodo republicano acabó el 1 de Abril de 1939. Solamente la nostalgia más anclada en el pasado franquista, se opone a reconocer lo que el mundo entero admite como parte positiva de nuestra historia más reciente. La misma institución monárquica es compatible con el pasado republicano. Son eslabones de una misma cadena legal y legítima. Si echamos nuestra vista hacia el pasado, la Carta Magna anterior a la actual, es la Constitución de la II República Española. Que por cierto, quien la haya leído comprenderá que Zapatero no exagera, cuando afirma ante el escándalo de la derecha que: “La Constitución actual recoge todos los valores republicanos de la constitución anterior”. Mientras los republicanos permanecemos callados, los revisionistas se niegan a condenar al franquismo.

LA ENSALADERA REPUBLICANA

Ante la fecha del 14 de Abril, día de la proclamación de la II República, me asalta un interrogante. Me pregunto el porqué el periodo republicano está desterrado de todos los calendarios oficiales de efemérides históricas y políticas. La legalidad de la Constitución de la República es idéntica a la Constitución actual. Ha sido el pueblo español, en ambos casos, quien ha refrendado la forma de Estado. La legalidad del Rey de España, se debe a la Carta Magna que los españoles consensuamos en 1978. La Corona no fue restaurada por una dictadura, sino por una democracia. No por las Leyes Fundamentales de Franco, sino por la Constitución. Es verdad que cuando el Rey de España sancionó la Constitución Española, se puso la piedra angular de la reconciliación entre los españoles. Pero no faltamos a la verdad, si decimos que muchos españoles, sin renunciar a su vocación republicana, se adentraron a colaborar y hacer suya la nueva democracia coronada, que todos nos habíamos dado. Borrar de la Historia de España casi dos lustros republicanos, es negar el periodo más progresista, democrático y humano, de las cuatro décadas siguientes. La II República se prolongó hasta el 31 de Marzo de 1939, toma definitiva de Madrid por las tropas franquistas. Pero de aquellos insignes personajes que programaron la reforma agraria, la abolición de la pena de muerte, el voto femenino, los estatutos de autonomía, la educación pública, ni rastro de ninguno de ellos. Los últimos Jefes de Estado tienen esculturas, el rey Alfonso XIII, el general Francisco Franco y Juan Carlos I. Pero los presidentes de la República Española, apenas y a duras penas vienen reseñados en los libros de Ciencias Sociales. Si los republicanos de ahora han abrazado la actual monarquía, es de justicia que la monarquía, tuviera algún gesto de reconocimiento, recordando un periodo democrático de nuestro pueblo. Tan España y tan democrática fue la II República, como el actual Reino de España. La soberanía del pueblo ha sustentado ambos hitos históricos. En nada quedaría mermada la legitimidad del Rey, si extrajera de la amnesia histórica, la memoria republicana. Por todo ello, no acierto a comprender porqué es contrario y antagónico a la institución monárquica, rendir homenaje histórico a mujeres y hombres que dentro de la opción republicana, dejaron huella imborrable y sirvieron de ejemplo al mundo de aquella época. Una ensaladera de loza con la bandera y alegoría republicana, escondida durante la dictadura en la alacena de un pueblo de Castilla, pende de los muros de la casa de mi familia. Al lado, en la misma pared, se encuentra un cuadro de los Reyes de España, con sendos autógrafos. Yo lo he considerado como una forma nimia de unir dos épocas separadas por una guerra fratricida y un régimen despótico. Es un humilde homenaje a la ignorada II República Española. Teniendo en cuenta, según la Constitución que: “De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden”. “El Presidente del Gobierno y los Ministros competentes”. Con estas premisas, si el Rey está amordazado por el Gobierno de turno, como el actual, esta parte de la Historia seguirá mutilada, censurada y olvidada.

lunes, 1 de marzo de 2010

14 DE ABRIL, DÍA DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA

Hace 79 años que el pueblo español se echó a las calles para proclamar la República. Fue el resultado de unas elecciones democráticas y como consecuencia del triunfo republicano, el rey Alfonso XIII abandona España y parte hacia el exilio. El día 9 de diciembre de 1931, las Cortes Constituyentes aprueban la Constitución de la II República Española. La etapa republicana ya ha entrado en las páginas de la Historia con mayúscula, siendo un hito en la vida española. El 18 de Julio de 1936, un violento golpe de estado militar, falangista y eclesiástico, intenta derribar la República y ésta se resiste después de tres años de una sangrienta guerra fratricida. La victoria de los militares agrupando a la derecha junto a los falangistas y la Iglesia, implantan una dictadura imponiendo el nacional catolicismo y el nacional sindicalismo, variantes del fascismo ya imperante en Europa. Ante la aplastante imposición durante cuarenta años de las tesis de un falso estado de derecho, la Memoria Histórica se ha impuesto y al menos se ha escuchado la voz en forma de ley de aquellos que sufrieron la discriminación, la persecución y el crimen. Así las cosas, la actual Constitución Española, la Corona y la legalidad vigente, no son continuidad de la dictadura. Lejos de heredar del franquismo la situación actual, los más de treinta años de democracia se alimentan de los valores republicanos de la Constitución de 1931. Valores republicanos avalados por la institución monárquica, que fueron secuestrados por el dictador durante cuatro décadas. Esta normalidad democrática restaurada, debía de impulsar al Estado y al mismo Rey de España a señalar oficialmente el día 14 de Abril como fecha a conmemorar un hito en la Historia de España. Existe una descomunal desproporción entre las cuarenta celebraciones del 18 de Julio día del Alzamiento Nacional y la nula contemplación del 14 de Abril como día de la llegada de la República. Mientras los españoles no sepamos discernir entre estos dos hechos igualmente históricos, no alcanzaremos la madurez que han alcanzado, por ejemplo, los alemanes. Es el propio Rey de España quien haciéndose eco de su propio Gobierno, debía de alejarse de posturas recalcitrantes de antaño. Sin prejuicios y sin complejos, es el Jefe del Estado de una República cuyo presidente es un monarca, más aún, una institución monárquica. La Corona. El Rey.

domingo, 28 de febrero de 2010

CARTA A S.M. EL REY

Señor: Con el debido respeto que me inspira su legitimidad constitucional, me permito hacerle partícipe de una reflexión personal ante la fecha del 14 de Abril, día de la proclamación de la II República Española. Me pregunto el porqué el periodo republicano de 1931 a 1939, está desterrado de todos los calendarios, efemérides históricas y políticas. La legalidad otorgada a la Constitución de la República Española, es idéntica a la Constitución Española actual. Ha sido el pueblo español, en ambos casos, quien ha refrendado la forma de Estado. La legalidad del Rey de España, se debe a la Carta Magna que los españoles consensuaron en 1978. Considero lógico y de normalidad democrática que los eventos acaecidos en el periodo de 1939 a 1975, no se tengan en cuenta porque es un periodo negro de la Historia de España y carente de cualquier soporte legal, ajeno al estado de derecho. La Corona Española, no fue restaurada por una dictadura, sino por una democracia. No por las Leyes Fundamentales, sino por la Constitución. Es verdad que cuando el Rey de España sancionó la Constitución Española, se puso la piedra angular de la reconciliación entre los españoles. Pero no faltamos a la verdad, si decimos que muchos españoles, sin renunciar a su vocación republicana, se adentraron a colaborar y hacer suya la nueva democracia coronada, que todos nos habíamos dado. El borrar de la Historia de España el periodo republicano, es negar un periodo de su historia mucho más progresista, democrático y humano, que las cuatro décadas siguientes. Hemos evocado con orgullo la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812. Las celebraciones del rey Don Carlos III, del emperador Don Carlos V, de su hijo el rey Don Felipe II, se suceden año tras año. Hay esculturas por doquier de políticos y de nobles, con pasado brillante y menos brillante. Pero de aquellos insignes personajes que durante la experiencia republicana, programaron la reforma agraria, la abolición de la pena de muerte, el voto femenino, los estatutos de autonomía y la enseñanza pública, ni rastro de ninguno de ellos. Si los republicanos de ahora han abrazado la actual monarquía, es de justicia que la monarquía, tuviera algún gesto de reconocimiento, recordando un periodo democrático de nuestra Nación Española. Tan España y tan democrática fue la II República, como el actual Reino de España. La soberanía del pueblo ha sustentado ambos hitos históricos. En nada quedaría mermada la legitimidad del Rey de España, si extrajera de la amnesia histórica, la memoria republicana. Bien es verdad que el Rey está en su derecho de pensar que fue la República, la causante de la ruptura monárquica española y fue la Dictadura quien propició la instauración de la monarquía. Pero finalmente tuvo que ser el pueblo, en quien reside la soberanía, el que legitimó al nuevo monarca. Esto permitió reconciliar al pueblo con la institución. Creo, no obstante, que el Rey de España actual, disfruta de más adhesiones personales que la institución histórica. Por todo ello, no acierto a comprender porqué es contrario y antagónico a la institución monárquica, rendir homenaje histórico a mujeres y hombres que dentro de la opción republicana, dejaron huella imborrable y sirvieron de ejemplo al mundo de aquella época. Una ensaladera de loza con la alegoría republicana, escondida en la alacena de un pueblo de Castilla durante la Dictadura, pende de los muros de la casa de mi familia. Al lado, en la misma pared, se encuentra un cuadro del Rey y de la Reina, con sendos autógrafos. Yo lo he considerado como una forma nimia de unir dos épocas separadas por una guerra fratricida y un régimen despótico. Es un humilde homenaje a la ignorada República Española. Deseo larga vida para el Rey y su familia. ¡Salud!