Por Pedro Taracena Gil
La libido nos despierta el deseo sexual.
La
concupiscencia procura los placeres más deshonestos.
La
lujuria nunca encuentra excesivo el erotismo de la carne.
Si
alguien renuncia al roce de los cuerpos.
La
elección nos hace libres, pero no más meritoria.
La
fornicación es tan humana como el erotismo.
La
excitación nos transporta al amor de dos personas.
La
masturbación un canto a la autocomplacencia.
El
lamerse y mamarse, una felación de donación mutua.
La
sodomía y la fornicación son caras de una misma sexualidad.
Eros
es el dios pagano creador de la energía sexual.
En
potencia disponemos de ella como seres humanos.
Somos
nosotras quienes la convertimos en actividad sexual.
La
energía y materia no se crea ni se destruye.
Solamente
se transforma en nuestros cuerpos.
Todo
es virtuoso en la actividad sexual.
El
vicio lo crea la intención…
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