La postura adoptada por Bono a los 75 años del golpe militar, agita la indignación de los demócratas, más aún, si además somos víctimas del franquismo. La estrategia del Presidente del Congreso de los Diputados; leyendo unas líneas del discurso de Azaña para eludir la condena del genocidio planificado del 17 de julio de 1936, le retira la representación de la soberanía nacional. El señor Bono intenta pero no lo consigue, guardar un difícil equilibrio entre su conciencia religiosa y su compromiso político. Pero su ambigüedad es muy fácil de descubrir y muy difícil de mantener. El Presidente de Las Cortes es uno de los convencidos de que con la Transición y la Constitución de 1978 se logró la reconciliación entre los españoles. Craso error. Los crimines del franquismo quedaron impunes. Como demócrata y como español es mi deseo descubrir las intenciones que se esconden detrás de la máscara que se puso del ilustre estadista, Manuel Azaña. El señor Bono no desea condenar el golpe de estado del 18 de julio de 1936, por tres motivos: 1º No quiere desairar al Rey. El poder omnímodo de Franco se adjudico también el de hacedor de reyes. Aunque su legitimación se la otorga el pueblo en la Constitución, Don Juan Carlos I tiene sus raíces en la dictadura. Pero sin salir del entorno real, la Historia no olvida que Don Juan, padre del Rey, prestó su adhesión incondicional al golpe franquista: fascista y antirrepublicano, e incluso quiso implicarse directamente en la guerra fratricida. Bono da a entender con su postura, que esta monarquía parlamentaria no pueda defender y reconocer a una república, igualmente legítima. 2º El señor Bono milita en la izquierda pero referente a la Memoria Histórica se ha homologado con el talante tímido y nada resolutivo del socialismo español, sin provocar a la derecha (PP) y respetando a la Justicia que masacra al juez Garzón, por defender judicialmente lo que el PSOE debiera defender en el Parlamento, y en 3º lugar, es el gran dilema que tiene el señor Bono con la Iglesia. Una condena del Congreso de los Diputados, impulsada por su presidente, la Iglesia Católica española saldría muy mal parada. Porque fue arte y parte en la planificación del exterminio, de la guerra civil y de la dictadura. Este pontífice de las artes políticas y diplomáticas, ha defraudado a los demócratas y se ha homologado con las derechas, que tradicionalmente son negacionistas del franquismo. Me gustaría que el señor Bono desautorizara mis palabras y me demostrara que miento. Aunque no sería la primera vez que el ínclito parlamentario no contesta a cuestiones comprometidas.
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