martes, 7 de enero de 2014

EL REY ENCARNA EL FRANQUISMO





Por Pedro Taracena

La marca España está bajo mínimos. Hasta ahora hemos vivido un espejismo que arranca en la mentira que comienza con el “consenso” de la Transición. El error de origen es haber basado el prestigio de España en bases en sí mismas falsas y volátiles: El prestigio del Rey, los logros deportivos, la transición modélica exportable hacia países que han sufrido una dictadura como la franquista, el desarrollo económico inflando la burbuja inmobiliaria y poco más. Nos han hecho creer que la imagen en el exterior de la democracia española surgida de la transición, era mérito atribuible a los conversos del viejo régimen, en base a la figura del Rey de España. ¡Craso error!

El régimen anterior fue una dictadura podrida hasta lo más hondo de sus cloacas. El camino elegido para llegar a la senda democrática, aunque nos lo vendieron como el mejor y el más adecuado para la España de entonces, fue falso. Solamente salieron ganando los franquistas, los demócratas cedieron terreno y aún no lo han recuperado. Dos países europeos eligieron la ruptura con anterioridad a los españoles: La Revolución de los Claveles en Portugal y después de la caída de la Dictadura de los Coroneles, en Grecia se planteo un referéndum para elegir monarquía o república. El problema constitucional se resolvió al margen de los regímenes anteriores. Sin embargo, en España los escombros del franquismo, lejos de ser desechados y proscritos por perversos y déspotas, fueron los que marcaron el camino para olvidar el genocidio que comenzó en 1936 y terminó en el año 1978, quedando impune la dictadura, sus hacedores y sus crímenes.

El pueblo español una vez desaparecido su Caudillo, fue protagonista de una gran paradoja, que lejos de sentir vergüenza se ostenta con orgullo y además se pretende exportar. Por un lado fuimos capaces de escribir una Constitución que se puso a la cabeza del progreso y del entorno europeo, sin embrago, también fuimos capaces de llagar a un “consenso” no escrito para relegar al ostracismo y silenciar los execrables crímenes de la dictadura. “De aquellos polvos se hicieron estos lodos”. ¿Cómo es posible que una democracia moderna se construya con los restos “todos” podridos de una dictadura? ¿Alguien pensó que nos homologaríamos con monarquías avanzadas instaurando La Casa de Borbón? Los problemas institucionales que padece España son: La Monarquía, la Iglesia y el más grave, no condenar la Dictadura. El Rey y sus influencias internas y externas, configuran una corte de aduladores y compañías “non gratas” (non gratae) para España. La Iglesia fue arte y parte en el anterior estado confesional y los franquistas “campan a sus anchas” fosilizando la Constitución Española. ¿Dónde ha quedado el prestigio de la marca España, si en algún momento le tuvo?

La situación institucional es insostenible. Dice nuestra Constitución, “La justicia enana del pueblo y se administra  en nombre del Rey por los jueces y magistrados”, y yo me arrogo el derecho de opinar y de valorar lo que simplemente observo. Esta situación tiene difícil solución con la actual clase política. Porque a los gobernantes y la oposición del “consenso” se les ha terminado el discurso. Algunos jueces, más de los deseados y los indultos del Gobierno, no hacen honor al artículo 117 de la Constitución. Sin olvidar al Ministerio Fiscal porque depende el Ministro del Interior de turno y a veces confunde el rol de fiscal con el de letrado defensor.

Nuestra Constitución al margen de la Jefatura del Estado, contiene los valores democráticos y republicanos, que ya asombraron al mundo con la Constitución de la II República. No obstante, con la rémora de la “modélica” Transición y sus consecuencias, la salida es difícil con todas las instituciones del Estado bajo mínimos y el prestigio en el exterior diluido en la bruma de la mentira. La familia Borbón, una vez más es protagonista de la Historia de España con problemas que otros países ya resolvieron hace siglos.


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