DISCURSO DEL REY
Señoras y señores diputados
Señoras y señores senadores
Señoras funcionarias y señores funcionarios al servicio del
Parlamento
Señoras y señores
Esta XI legislatura es la primera
de mi reinado y manifiesto mi deseo de que la voz de ningún español quede fuera
de las Cortes Generales. Lo proclamo con toda solemnidad y manifiesto mi
ilusión de hacer posible el reto histórico que tenemos en los años venideros.
Mi aportación como Jefe del
Estado es reconocer y proclamar que el periodo histórico comprendido entre el
18 de julio de 1936, golpe de estado contra la República y el de 6 de diciembre
de 1978, fecha de promulgación de la Constitución, es un periodo que se debe de
enterrar para siempre el enfrentamiento fratricida, dando paso a la verdadera
reconciliación entre los españoles. El 20 de diciembre de 2015 se abrió en
España un periodo más próximo al pueblo y con voluntad resolutiva de los
problemas que asolan la calidad de vida de los ciudadanos.
Es mi deseo constatar este
momento histórico, donde han quedado representadas como nunca lo habían hecho,
la voluntad popular, la realidad plurinacional y la diversidad política.
Es sabido que el Rey de España,
reina pero no gobierna, pero no puede ser ajeno al mundo que le rodea y sin
abandonar su función constitucional, tampoco debe olvidar ser crítico con las
políticas que atentan contra los derechos constitucionales del pueblo español.
De otra forma, el Rey de España sería títere y marioneta del Gobierno de turno.
Soy consciente que no solamente existe una desafección de los ciudadanos con la
clase política, sino también con la institución monárquica. El anacronismo
evidente de la Corona en pleno siglo XXI, no solamente viene propiciado por el
origen divino del Rey, y de aquí que sea inviolable, sino que estando al
servicio del pueblo, el pueblo no lo perciba como tal. Al margen de que la
conducta del Rey sea en algunos momentos de la historia, manifiestamente
mejorable.
Insto a las Cortes Generales a
que escuchen el clamor del pueblo y que nadie se arrogue la potestad de
interpretar su voluntad sin consultarle. Nuestra Constitución, satisfacción de
los españoles y asombro del mundo, como lo fue su predecesora republicana, no
es un conjunto de preceptos dogmáticos. Son leyes y como tales están hechas
para ser obedecidas y cumplidas, pero también están hechas para modificarlas o derogarlas,
cuando dejen de servir a la ciudadanía.
Muchas gracias a todos.
Moltes gràcies a tots.
Mila esker guztiei.
Moitas grazas a todos.
Felipe VI, Rey
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