Cuestión de cojones
Pedro Taracena Gil, con un par…
Periodista
Así
empezaban los cuentos de mi niñez. Un cuento, una farsa, un relato, una
mentira… Así podía comenzar la historia del pueblo que habita en La Piel de
Toro que se denominó Ibera, Hispania, ahora, “Este País”, por miedo a llamarle
por su innombrable nombre de E S P A Ñ A.
Nadie
ha tenido los cojones de declarar que España desde el 18 de julio de
1936 es una estafa al pueblo español. Imponiéndole por cojones la dinastía
de los Borbones, una banda de golfos y vividores. El golfo Fernando VII
que derogó la Constitución de Cádiz de 1812, hasta el vividor y campechano
Juan Carlos I, que no sabemos en qué concepto está en los países de Las mil y
una noche: vacaciones pagadas, exilio, huido de la Justicia, perseguido de
Hacienda o como pago de comisiones. Todo ello es lo único que no se hace por cojones…
El origen de Rey es divino y por eso es inviolable ante los mortales. En España
los conceptos de legitimidad y legalidad se confunden de forma perversa. Pero
el concepto de legalidad entra en conflicto con el de Justicia. Los cojones
de los golpistas has vencido históricamente por la ausencia de cojones
de los representantes del pueblo. Los golpistas del 36 no otros presuntos …
El
nombre de la calle Justa Freire, es sustituido por una placa en honor de Millán
Astray, general y fundador de La Legión. En otras latitudes de España se ha
vuelto a colocar la placa en honor de la División Azul. Con dos cojones.
Durante
el Régimen del 78 los medios de comunicación, auténticos impostores del
periodismo se han encargado de crear el NODO, que hace propaganda del milagro
de la Santa y Modélica Transición Española. Dos han sido sus mensajes
propagandísticos: El Campechano Juan Carlos ha salvado a España del
Golpe de Tejero. ¡Mentira! Y el Rey ha traído la democracia a España
propiciando la estabilidad y llevando la Marca España al mundo entero. Sobre
todo, a los Emiratos Árabes… Con dos cojones. El Rey de España no tuvo
Corte, pero el poder económico estuvo siempre a su disposición en muchas forma
y maneras. Desde la financiación del Golpe de Estado contra la República, con
el apoyo de Don Juan su padre, hasta la imposición de un Rey por cojones.
Mejor dicho, por los cojones del Caudillo de España que lo fue por la
Gracia de Dios. La Historia ya le registra con autor de un genocidio.
El
franquismo sigue presente en los estamentos y poderes del Estado: En la
Judicatura, en el Parlamento, en no pocos tics del Gobierno Progresista y de
Izquierdas, en la Policía, en el Ejercito, sin olvidarnos del sector
eclesiástico del Nacionalcatolicismo.
Evidentemente
la Historia de España se ha mutilado desde el año 1936. Hemos vivido y seguimos
alimentando la Gran Farsa de la Monarquía Parlamentaria, y para ilustrar esta
mentira voy a narrar mi propia secuencia. Ésta no vivida por cojones,
sino en la Resistencia.
Por
circunstancias familiares en 1944 nací en Madrid, los primeros 14 años de mi
vida, seguidamente los pasé en un pueblo de La Campiña de Guadalajara. Mi padre
había estado en la Guerra Civil en el bando republicano y tuvo que exiliarse en
Francia. Inmediatamente después un hermano de mi padre decidió alistarse a la
División Azul, a su regreso yo había nacido y fue mi padrino en el Bautismo y
hasta me trajo un balón de Rusia. El otro hermano de mi padre tuvo que hacer el
servicio militar en la España nacional. Con el tiempo y sin salirme de mi
familia, un primo mío hijo de mi padrino se presentó a senador por Guadalajara
por el partido de Fuerza Nueva. En la reciente actualidad un nieto de mi
padrino ha sido militar en Afganistán. Y nunca ha disimulado el orgullo de que
su padre estuvo en la División Azul aliado con los nazis; exhibiendo trofeos y
medallas.
En
el sur de España la que más tarde sería mi familia, sufriría persecución
también muy al estilo de la España de la época: El que sería abuelo de mi
mujer, fue encarcelado, torturado y asesinado en enero de 1941, la guerra había
terminado el 1 de abril de 1939. Ahora sabemos que está en una fosa común en el
cementerio de Baza. Este ciudadano fue alcalde republicano del PSOE y Maestro
de Escuela. Mientras, su esposa la
abuela que yo tuve la oportunidad de conocer, fue detenida, encarcelada,
procesada y condenada; dejando sus siete hijos en manos de una tía soltera. Una
vez liberada fue escarnecida, rapado el pelo, purgada con aceite de ricino y
paseada por las calles del pueblo. Yo pude comprobar las huellas de aquellos
crímenes en la persona de mi suegra.
Yo
personalmente me creí lo de la religión y ante el silencio, sobre todo de mi
padre, fui educado en las más estricta disciplina militar, religiosa,
falangista y del nacionalcatolicismo. Así hasta que la doctrina emanada del
concilio Vaticano II y el Servicio Militar me abrieron los ojos y me di cuenta
que España había sido secuestrada y estaba representando un farsa de
dimensiones bíblicas.
Una
vez que nos casamos ese mismo día salimos en avión hacia Catalunya y no
volvimos en seis años. Habíamos cruzado los Monegros, pero para nosotros
habíamos pasado los Pirineos… Vivir en la Catalunya de 1973 a 1979, supuso
haber vivido la verdadera transición sin la censura del NODO. Mis viajes
a Europa completaron el puzle de mi decepción.
Fui
testigo también de que por cojones vino el nostre president y se
legalizó la Generalitat. Josep Tarradellas vino como president del exilio y
entró en la plaza de San Jaume como President legítimo. Pronunciando aquella
frase de: ja sóc aquí.
Juan
Carlos I, Suárez y Tarradellas “trajeron” la Generalitat por cojones. Se
impuso la legitimidad a la legalidad.
Este
cuento, esta comedia dramática, esta farsa, esta tragedia de la España UNA
GRANDE Y LIBRE, aún no se ha contado a nuestros hijos y nietos. Se ha impuesto
la versión oficial del rey campechano. Lo del nombre de las calles y las
sentencias franquista de los políticos franquistas, avaladas por jueces
franquistas, es una gilipollez comparada con la GRAN FARSA aún por
desenmascarar. A ver quién tiene cojones de contar la verdad a los
millennials, nacidos en los años 90 del siglo pasado.
La
mentira evita la reconciliación pendiente de aquel conflicto fratricida que aún
perdura. Los vencedores aún se yerguen reclamando no abrir las heridas y
amenazando que la Ley de la Amnistía de 1977 y la Constitución de 1978 pusieron
punto final al Genocidio Franquista.
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