Por Pedro Taracena
La Transición consagró de facto todas las formas, símbolos y boato
del franquismo y el nacionalcatolicismo. Al margen de que propició que los
crímenes de la dictadura quedaran impunes. El estatus quo de la nueva democracia constituye un escándalo mundial
y una vergüenza nacional. Más aún, es el gran impedimento para lograr la reconciliación
entre las españolas y españoles, quebrada por el enfrentamiento fratricida
provocado por el golpe de estado sangriento de la tarde-noche del 17 de julio
de 1936.
Con la Constitución vigente
nunca tuvo sentido mantener la alianza trono-altar y el maridaje
Iglesia-Estado, como se ha venido exhibiendo entre el poder político y la
liturgia católica. La institución monárquica es la primera que debía de estar
al margen de la Iglesia, sobre todo en el plano oficial. La imagen del Rey de
España inclinándose ante un obispo es medieval e indigna de un Jefe de Estado
democrático y laico. La identificación del Rey de España con las prácticas
religiosas pertenece a la privacidad personal del monarca y de su familia. La
puesta en escena que la Familia Real exhibió en la catedral de Palma de
Mallorca el domingo de Resurrección, es indignante y obedece a las secuelas
franquistas del origen de la instauración monárquica, que Franco dejó como
testamento y que la Transición acepto como mal menor. Mal menor que ha sido
mayor de lo que se pensaba y más de lo que el pueblo puede soportar.
No es de extrañar que haya
instituciones que declaren persona non grata
al mismísimo Rey de España, por tener un comportamiento anacrónico. Personalmente
fui más condescendiente con el rey emérito Juan Carlos I que lo soy con su hijo
Felipe VI. ¿A quién desea agradar el monarca presentando una imagen humillante
ante la Iglesia? ¿Por qué no asistió a la Catedral de forma privada? ¿Por qué no
renunció a ser recibido por el cabildo catedralicio en el pórtico de la
catedral? ¿Qué hubiera sucedido si la familia real incluyendo a la reina madre,
hubiera hecho su aparición en el templo como cuando visitan el puerto deportivo
de la ciudad?
Las nuevas autoridades
autonómicas y locales están asistiendo a las procesiones a título particular no
como institución. Y se está denunciando por anacrónico y absurdo las
condecoraciones con medallas al mérito atribuido a las personas, pero concedidas a imágenes que por muy sagradas que se
consideren, nada tienen que ver con los seres humanos.
El Rey
de España debe condenar la dictadura, el nacionalcatolicismo y sus
consecuencias. No puede seguir homologando su comportamiento con el franquismo
latente de Franco, el franquismo heredado de la Alianza Popular de Fraga y el
neofranquismo del Partido Popular de Aznar y Rajoy. El rey reina pero no
gobierna, no obstante, ha de ser un Jefe de Estado con criterio independiente, laico, democrático
y constitucional. Nunca el Rey debe de ser títere y marioneta de los aduladores del Gobierno de turno.
Felipe VI pertenece a la generación de aquellos que quieren adaptar la Constitución y las leyes a las nuevas generaciones del siglo XXI. Muy malos asesores debe de tener el Rey de España para no ser capaz de interpretar los signos de los tiempos.
Felipe VI pertenece a la generación de aquellos que quieren adaptar la Constitución y las leyes a las nuevas generaciones del siglo XXI. Muy malos asesores debe de tener el Rey de España para no ser capaz de interpretar los signos de los tiempos.
ÁLBUM DE LA ALIANZA TRONO -ALTAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario