lunes, 7 de marzo de 2016

LOS ESCLAVOS DEL FRANQUISMO


El genocidio que el general Franco inició en la tarde noche del 17 de julio de 1936, y que se llevó a la tumba falleciendo el 20 de noviembre de 1976, no tiene parangón en el mundo civilizado. Crímenes, crímenes y crímenes de lesa humanidad, durante el enfrentamiento fratricida provocado por el golpe de estado contra la República. Crímenes, crímenes y crímenes durante la sangrienta dictadura, donde los vencedores gestionaron España como si de un botín de guerra se tratara. Y crímenes, crímenes  y crímenes dejados impunes por obra y gracia de la gran farsa que fue la Transición.

El pueblo español presa del pánico tratando de evitar la repetición de su propio holocausto, se ha dejado embaucar por los mismos que apoyaron a Franco en sus delirios criminales: El Capital, los Caciques, la Iglesia, el Ejército, el Empresariado y los católicos, machistas, clericales, rancios y fanáticos. Tanto en la dictadura como en la democracia, España ha caído en una amnesia criminal. Un pueblo sin Memoria Histórica a la intemperie de los caciques de siempre. Un pueblo enfermo. 

Por Pedro Taracena Gil

Salvados
Jordi Évole



LOS ESCLAVOS DEL FRANQUISMO





Así repasó Jordi Évole en Salvados el drama de los esclavos del franquismo
EL ECONOMISTA .ES



LA SANTA CRUZ DEL VALLE DE LOS CAÍDOS
El programa 'Salvados' dirigido por Jordi Évole repasó en su edición de este domingo la situación de los 'esclavos' del franquismo, presos políticos que trabajaron forzados para el régimen tras la Guerra Civil. El periodista Isaías Lafuente cuenta en primer lugar que "el franquismo creó el patronato para la redención de penas, que ofrecía a los presos reducir su pena a cambio de trabajar para el régimen", empleando "presos políticos, desafectos para el régimen de Franco, que estaban en la cárcel por haber defendido la república frente a un ejército que se levantó en armas".





LA PIEDAD


"Trabajaban de sol a sol, y en algunos casos también por la noche, y no podían protestar. Todo el agua que les daban era un cuenco diario para beber y asearse. Las condiciones de los barracones eran de hacinamiento y sólo lo hemos podido conocer gracias al testimonio de las víctimas", explica.



"El régimen tenía un catálogo de los presos que tenía a su disposición y las empresas los reclamaban, era una empresa de trabajo temporal en la que había de todo. Se pagaba el salario mínimo de 14 pesetas diarias de las que el preso recibía 50 céntimos y si estaba casado, algo la mujer por cada hijo", expresa, calificándolo de "negocio perfecto" ya que "el Estado ganaba con lo que expoliaba del sueldo y lo que ahorraba en la construcción de cárceles".





EL ÁGUILA DE SAN JUAN



Entre las empresas que utilizaron esta mano de obra, Lafuente destaca a "OHL, Entrecanales (Acciona), Dragados (actual ACS), Duro Felguera, Babcock & Wilson, o Portland (ahora pertenece a Cemex)".



"Me empujaron con un fusil y me dijeron 'tira para alante', no tenía contrato, ni sueldo, fui un esclavo del franquismo, pero lo puedo contar", comienza relatando Luis, un hombre que cuando tenía 23 años fue obligado a construir carreteras y que está cerca de cumplir la centena.





EL TORO DE SAN LUCAS


"Era joven y llegué a la España franquista. No me preguntan nada, me llevan con un Guardia Civil donde nos metían a todos los que sospechaban que habíamos sido combatientes. Mi ficha decía 'hijo de republicano' y yo decía que no me podían culpar de nada. Nos llevaron al campo de concentración de Miranda de Ebro y ahí se formaban batallones de trabajadores. A mí me tocó la lotería porque sabía escribir a máquina", comenta.

"Al que trabajaba poco le daban un garrotazo con el mango del fusil. Dormíamos en el suelo y teníamos que mear en el plato donde comíamos porque no había servicios, luego lo lavábamos y ahí recibíamos el café", continúa.



EL LEÓN DE SAN MARCOS

"El hambre era horrorosa, era peor que la dureza con la que trataban a la gente. Algunos cazaban lagartos y se los comían crudos, o se comían las peladuras de lo que en el pueblo echaban a los cerdos. Un preso peleó con un perro por un hueso y acabó con el brazo destrozado", refleja, antes de confesar que "se mentía con las facturas para que tuvieran un dinero para irse de putas".



EL HOMBRE-ÁNGEL DE SAN MATEO

"A veces hacían la criba, al número diez lo apartaban y desaparecía, suponemos que lo fusilarían como escarmiento para que la gente no se fugara, diezmaban a la gente", explica.

"Me conformaría con que por lo menos pidan perdón, aunque me gustaría ver la tercera república, y si la veo abriré una botella de champán que tengo guardada y me cogeré una borrachera", confiesa.




COLECCIÓN "EL VALLE DE LOS CAÍDOS" Pedro Taracena Gil



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